miércoles, 13 de octubre de 2010

E.W.T.

Quiero volver a sentir que soy libre. Que extiendo mis brazos y puedo imaginar que vuelo hasta hacerlo real.
No... no puedo soportar esas miradas. No puedo ignorar esas risas. Se intenta, me pongo metas, me obligo a centrarme.
Pero el peor enemigo vive en mi. Y eso es más dificil de superar.

Echo de menos poder oler la hierba, sentirme relajada, mirar las estrellas y buscar constelaciones. Quiero sonreir por cosas que solo unos pocos vemos. Quiero apartar caracoles de la acera para alargarles algo más la vida. Y quiero hacer eso sin sentir que estoy haciendo algo malo.

Quiero poder mostrarme tal y como soy.

Quiero reirme con ganas sin que me miren mal.

Quisiera... quisiera que no se me diera bien esconder cosas. Soy frágil, pero actuo bien. O quizás sea fuerte pero en el fondo las cosas acaben cansandome. Lo desconozco.

Pero no quiero que se me grite. No quiero que no se me valore.

¿Días? ¿Meses? ¿Años haciendo algo? Qué más dará. Sí bueno, es bonito...
Sé que soy excesivamente perfeccionista, pero por eso mismo necesito mas animos que cualquier otra persona.

Y si un día me sale mal.. si un día grito... si un día...si un día me atrevo durante unos segundos a mostrarme como soy, por favor, no me lo impidas.

Quiero que se valore el esfuerzo que hago por seguir día a día. Por atreverme, por caminar con decision hacia algo que me da panico.

Quiero que eso se vea.

Pero solo puedo apretar los dientes y bajar la mirada.

Solo soy una niña más. No una mujer, no. Solo una niñata más.

Una cría que se rie por gilipolleces, que no entiendo el mundo y que no madura.
Bueno, qué puedo hacerle.

Volveré a quedarme dormida abraza a mi peluche mientras el dolor me abraza. Y una vez más, a la mañana siguiente, me enfrentaré al mundo con decisión.

Y así, hasta la próxima caída.


.................

"¿Te ha bajado la regla o qué?"
No, gilipollas, una también es humana y no puede con el peso de tantos años, ¿vale?
No quiero preguntarme el por qué de las cosas pero es mi naturaleza. Aunque, nunca encuentro respuestas. Así que he de conformarme con un "tenía que pasar" y sonreir por haber podido seguir adelante. Pero ahora eso no me sirve. Necesito una razón... Y otra parte de mi mente me susurra "a alguien le tenía que pasar, da igual quien, todos se preguntan lo mismo".
Me abrazo, ya que nadie puede hacerlo... y siento calidez, y duele, duele mucho. Pero procuro calmar esa quemazón. Dificil.

Brazos en los que poder calmarme. Saber que alguien valora mis... ¿cómo lo llamaste? Ah sí, rarezas.

¿Pero qué dices Del? El mundo real no es para ti.
No, no lo es. Pero vivir eternamente en los sueños es un imposible. Luego vienen las caídas a varios kilómetros de altura. Y creeme, duele.

Y Delerium aparta la mirada. No quiere escribir, pero otra parte de su cerebro ha cogido a tiempo las riendas.

Ahora calmate. Sonrie. Buena chica. Obedece. No hagas cosas que nadie pueda entender. No rias cuando no debas. No hables si no se te pregunta.

Aparento ser como todos. Y al caer la noche puedo cantar a pleno pulmón. Nadie puede oirme. A excpcion de parejas que se dedican a follar en los coches. Entonces he de agachar la cabeza e irme. Una noche más, rompen mi sueño. Pero no me rindo. Otra noche más y vuelvo a salir. Bailo, canto, grito, juego, disfruto de las estrellas y huelo las rosas. Siempre, oculta.

martes, 5 de octubre de 2010

La mecánica del corazón

Uno: NO TOQUES LAS AGUJAS
Dos: DOMINA TU CÓLERA.
Tres: NO TE ENAMORES NUNCA.

La mecánica del corazón depende de ello.

" -No te das cuenta, te lo tomas como si no tuviera importancia. Pero lo que haces es jugar con fuego, un juego peligroso, sobre todo si se tiene un corazón de madera. Te duelen los engranajes cuando toses, ¿verdad?
-Sí.
-Pues bien, ese es un sentimiento es insignificante si lo comparas con el que puede originar el amor. Algún día, es posible que tengas que pagar un precio muy alto por todo el placer y la alegría que el amor provoca. Y cuanto más intensamente ames, más intenso será el dolor futuro. Conocerás la angustia de los celos, de la incomprensión, la sensación de rechazo y de injusticia. Sentirás el frío hasta en tus huesos, y tu sangre formará cubitos de hielo que notarás correr bajo tu piel. La mecánica de tu corazón explotará. Yo misma te instalé este reloj, conozco perfectamente los límites de su funcionamiento. Como mucho es posible que resista la intensidad del placer, pero no es lo bastante sólido para aguantar los pesares del amor. "

domingo, 8 de agosto de 2010

La Trapecista

La trapecista miró hacia abajo. Estaba a varios metros del suelo y el ferviente publico rugía su apodo. Ntrophy tragó saliva y miró al frente. Ya estaba llegando el columpio. Se lanzó al aire,con los brazos abiertos y la mirada fija en la pequeña barra de metal.

Abajo, el gentío actuó como un único ser. Se guardó un silencio tenso tras coger una pequeña bocanada de aire, una exhalación. Todos los ojos como un único par, fijos en Ntrophy, la trapecista.

No había red de seguridad. Si no se agarraba la caída sería dolorosa cuanto menos y mortal en su quasi totalidad.

Pero ella no podía pensar en eso.

Todos esperaban que se aferrara a la barra. Aunque en verdad ella deseara bajar de las alturas. No importaba. Tenía que hacer lo que su publico deseaba que hiciera. Asi pues, se aferró a la barra del columpio y realizó varios ejercicios en el aire.

Se oyeron exclamaciones de sorpresa al ver las formas y fueron seguidas por un aplauso corto.

Allí, balanceandose y en las alturas, Ntrophy se sentó en el columpio.
¿Y si sorprendía al público con algo que jamás imaginarían que pudiera ocurrir?

Sonrió. Una sonrisa para sí misma, pues nadie más se iba a fijar. Solo era una marioneta. Por eso sonreía para si misma. Porque Ntrophy sabía que era de carne y hueso, vivía, y eso era lo único importante.

El público, connmocionado, observó en camara lenta como la trapecista se soltaba despacio los brazos. Pendía totalmente del sentido del equilibrio que pudiera tener. Todos volvieron a contener la respiración.

Al otro lado de unas cortinas, el dueño del circo observó entre la furia y el horror como Ntrophy
cambiaba el guión.

Mientras tanto, en las alturas, la muchacha fue arqueando la espalda hacia atrás. Perdería el equilibrio en cualquier momento. Quizá por eso alzó la pierna derecha colocandose casi totalmente en horizontal.

Cuando el aplauso volvió a surgir Ntrophy terminó de
girar hacia atrás, directa a una certera muerte.

Hubo gritos, caras espantadas y uñas clavadas en el
rostro por la angustia.

Ntrophy al fin era libre. El publico jamás olvidaría su actuación. El dueño la despidió al instante. No le importaba. Había demostrado ser capaz de cambiar los hilos del destino. Era fuerte. Estaba viva. ¿Había algo más importante?

Los periodicos publicaron durante semanas la extraña azaña. Esa caída debería haberla matado. Y sin embargo la trapecista había caido de cuclillas y se había levantado despacio, con elegancia, saludando al publico. Muchos sensacionalistas dijeron que todo era un montaje creado a proposito. Otros, mas escepticos, sembraron la duda sobre la verdad.


Solo Ntrophy sabía qué y por qué lo había hecho. Y nada más tenía importancia.


Algunos la vieron partir al alba, sonriendo mientras miraba al cielo justo cuando lo surcaban unos pájaros. "Ellos no son libres, estan condenados a hacer siempre lo mismo" dijo entonces. Solo hubo un testigo de sus extrañas palabras, alguien que las atesoró con el silencio.

sábado, 31 de julio de 2010

Por Zior

"Una vieja en una jaula, tiene ganas de salir."

x'DDDDDDD

viernes, 30 de julio de 2010

El Fuego

-Es curioso.-dijo un espiritu.
-¿El qué?-murmuró otro.
-El fuego.-respondió el primero.
-¿Que tiene de curioso? Es un elemento peligroso. Solo lleva destrucción allá por donde pasa. Hay que tener mucho cuidado con él.
-¿Solo ves eso?
-¿A qué te refieres?
-Fíjate bien...-y el espiritu señaló un arbol que estaba siendo consumido por un fuego recien creado.
-Va a matar al árbol.
-No. Fíjate bien. El fuego solo intenta abarcar al árbol. Sus intentos de abrazarlos son vanos, puesto que al final todo lo que toque terminará en cenizas. Pero esa no es la intención del fuego. Es un elemento muy solitario...algo que él no se lo ha buscado. Intento acercarse a los demás elementos pero no hay nada que hacer. El final siempre es el mismo. El fuego, en su más aplastante soledad, no entiende por qué todo lo que intenta proteger y amar termina calcinado... Es muy duro. Y además, nadie le entiende. Todos lo ven como un elemento destructor. No quieren ver por qué actua de esa manera.
-Pero es normal... mata.
-Pero no es su intención.
-...

La Florista

Vanesa era una chica normal dentro de una ciudad normal.
Cada mañana abría su pequeña tienda colocada en un callejón que daba a la Gran Vía. Como estaba medio escondida siempre colocaba varios jarrones llamativos haciendo un pequeño caminito hacia su tienda.
Tenía clientes habituales y algunos nuevos que solo acudían muy de vez en cuando.
Vanesa era feliz. Vendía flores. Y no podía evitar sonreir cuando alguien le pedía una ramo. No importaba si fuera grande o pequeño. El gesto le parecía hermoso, por eso compró la pequeña tiendita, para hacer una floristería con la que hacer feliz a la gente.
Solía acudir una niña pequeña. Compraba flores para su madre. Como no tenía mucho dinero siempre cogía una única flor. Pero su madre se alegraba de igual manera y poco a poco iba venciendo la enfermedad que la había dejado en cama.
También acudía un joven enamoradizo. Cada dos semanas se llevaba un ramo de diversas flores.
Varios ancianos se acercaban, no habían perdido el romanticismo y regalaban a sus parejas alguna que otra flor...y si su pareja estaba enterrada no importaba, llenaban la tumba de flores vivas y coloridas para darle un toque de vida a ese lugar, en memoria, porque jamás la olvidaría.

Vanesa sonreía siempre que les daba las flores. Pero a la hora de cerrar se daba cuenta que nadie le habia regalado a ella una flor.
Le parecía ironico que vendiese aquello que jamás habia recibido.
Pero eso no minaba las ganas de seguir haciendo feliz al cliente que viniera en busca de una pequeña sonrisa para su persona especial.

jueves, 22 de julio de 2010

El Reino

Nada parecía tener sentido. Mirase a donde mirase solo se podían ver sombras mal difuminadas. Todo era borroso, sin contorno. Mareante. Se podría calificar de extravagante, incluso de surreal de no ser porque era exactamente la realidad.

Todo su castillo de cristal había sucumbido, una vez más, con esos latidos rotos. Y ahora, sin los muros que protegían a la reina, la realidad se hacía cruelmente visible.
Se llevó la mano al pecho en un intento frustrado de coger aire. Pero solo había fuego. Solo podía respirar ácido. Un veneno que corría veloz por sus venas hasta colocarse bajo el esternón. El sitio predilecto para todo dolor emocional.
La reina se vio desamparada. No tenía nadie. Los pájaros con los que siempre contaba para hablarles de sus sueños habían huido al escuchar el derrumbamiento.
Su rey... su rey fantasmagórico la había abandonado. Nunca fue corporeo en su su palacio de cristal. Nunca pudo caminar con sus propios huesos.
Y los sirvientes, para que toda la aparente calma siguiera estable, se veían obligados a tejer mentiras cada vez más complejas.
La reina jamás sospechó nada.
Incluso había grietas en las paredes de su palacio. Pero bha, serán cosas de la edad. Pensaba ella. Cuan equivocada estaba. Tal vez no quisiera ver el inminente peligro al que estaba expuesta.

De nuevo, tras la catastrofe, la luz blanquecina que alumbraba su reino mutó antojandose roja, granate y con vetas negras. Pero esas vetas no eran colores surgidos por falta de luz. Eran sombras malignas. Esas que tan bien conocía.
Y cual serpientes la sombra fue zig-zagueando hasta dar con al reina. Se aferraron a su torax impidiendola respirar e introduciendose en ella, al hueco bajo el esternón, uniendose con el fuego envenenado.
La reina tosió intentandose liberar. Pero todo fue en vano.

Cuando se despertó pudo observar ante ella el Centro de su Reino, el llamado Gran Corazón. Siempre lo había recordado como una piedra brillante, luminosa y que incluso ofrecía calor y bienestar a quien lo tuviera cerca. No obstante ahora estaba tan cambiado que le costó identificar su amado objeto.
En esos momentos no era más que una pieza con alma de madera carmomida y agrietada. Carecía del color vivo. Únicamente lo vestía una chapa negra resquebrajada. Algo verde salía del interior del antiguo Gran Corazón. Era musgo y hongos. Una mezcla putrefacta ideal para algo no-vivo.
La reina se llevó las manos a la boca, atónita. No podía creerlo. Aquello que siempre había cuidado. Que siempre había amado. Aquello que tantas veces había reparado... ahora se encontraba en un estado peor que la muerte. El Gran Corazón padecía una enfermedad incurable. Y a cada latido de ese repugnante objeto, varias hondas oscuras surcaban lo que antes era su reino llenandolo de tristeza y desesperanza.

Aprisa, la reina fue en busca de toallas y agua. Pero tal vez ya fuera demasiado tarde...