954 agujas...
¿agujas? ¿quien dijo agujas?
Lo que mi cuerpo soporta no son agujas sino trozos de cristal o hielo. Tal vez sean trozos de los cristales que he ido rompiendo para no ver mi reflejo. ¿Odio? No sabría definirlo. Simplemente huyo. ¿Patético verdad?
Jamás me he enfrentado, es más, temo hacerlo. Por ello, doy todo un rodeo y corro en dirección contraria. Por ello, rompo los cristales.
No soporto ver mi reflejo perdedor al otro lado del cristal, sonriendo estúpidamente.
Sí, lo he dicho. Perdedora. ¿Alguien tiene algo que decir? Pues que me lo diga a la cara.
Alguien que lucha por nada y para nada. A veces me siento tan fuerte que con solo mi fé en lo que deseo podría arrancar una montaña. Pero entonces viene alguien que tira de la cuerda que tengo atada al pie y me hace flotar cual globo para bajarme de un tirón a la realidad.
No, no hay sueños para mi. No, no hay deseos para mi.
Tengo la sensación de abandono constantemente. Y de repente me imagino como un perro bajo la lluvia en el arcen de una autopista. No obstante, a los perros se les quiere más.
Tengo complejo de olvido. Sí, me siento olvidada casi constantemente. Y no, no es por ser egoista.
Es por un agujero que suele hacerse grande en vez de empequeñecerse. Defecto de fábrica como tantos otros.
Tal vez me haya olvidado a mi misma. No lo se. No puedo saberlo. He sido tantas yo y ninguna a la vez.
Y cuando desgraciadamente algun cristal se atreve a reflejarme no me veo en el espejo. No soy eso que refleja. No soy como veis. No soy como pienso. Tal vez incluso no soy.
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