Y el frio amanecer llegó con el viento soplando contra el palacio a medio derruir. Despertó oyendo de fondo el sonido de una flauta dulce, dejando que las notas de antiguas canciones de su pueblo inundaran el lugar.Poco a poco el sonido fue acompañado de unas guitarras, tal y como recordaba que lo hacían las noches de invierno, bajo el manto de estrellas y a la luz de una hoguera.
Quiso cantar aquellas canciones que el trobador tarareaba danzando alrededor del fuego, pero recordó que había vendido su voz.Con la cabeza gacha se levantó dando vueltas por aquel lugar que le recordaba a su infancia. No tenia sentido, pero asi era. Pronto los tambores empezaron a sonar con fuerza, era como si su pueblo siguiera vivo. Quizas... quizas... podria ser cierto?Deprisa dobló una esquina en el lugar donde mas se oia la musica, pero... no había nada más que niebla.
Y la neblina que se había atrevido a bajar para hacer creer tonterias a la muchacha, empezó a hacer espirales apagando las antorchas encendidas durante la noche.
Una luz apareció en el horizonte. Deprisa, se acercó a la ventana mirando desde alli el oceano. La luz, más fuerte que el sol, se abria paso entre las gigantes olas del embrabecido mar.
Entrecerró los ojos mirando con detalle el barco que tan rapido navegaba... Cuando se dio cuenta de que no iba por mar, sino por aire...
Era su barco, el barco por el que tantos años correteó, el barco por donde vio todo tipo de animal marino, el barco donde vivio su niñez... El mismo barco que vio arder y hundirse con su padre, el capitan, dentro.
La luz se hizo cegadora cuando llegó a puerto...
No habia osucridad, tampoco frio, no habia palacio, no habia cuerpo....
donde estaba?
Una rafaga de viento golpeó su nuca y ella se giró despacio viendo como las velas del barco volvian a incharse con el viento del norte.
El barco volvia a surcar los mares...
aunque no fuese en ese mundo...
