viernes, 30 de julio de 2010

La Florista

Vanesa era una chica normal dentro de una ciudad normal.
Cada mañana abría su pequeña tienda colocada en un callejón que daba a la Gran Vía. Como estaba medio escondida siempre colocaba varios jarrones llamativos haciendo un pequeño caminito hacia su tienda.
Tenía clientes habituales y algunos nuevos que solo acudían muy de vez en cuando.
Vanesa era feliz. Vendía flores. Y no podía evitar sonreir cuando alguien le pedía una ramo. No importaba si fuera grande o pequeño. El gesto le parecía hermoso, por eso compró la pequeña tiendita, para hacer una floristería con la que hacer feliz a la gente.
Solía acudir una niña pequeña. Compraba flores para su madre. Como no tenía mucho dinero siempre cogía una única flor. Pero su madre se alegraba de igual manera y poco a poco iba venciendo la enfermedad que la había dejado en cama.
También acudía un joven enamoradizo. Cada dos semanas se llevaba un ramo de diversas flores.
Varios ancianos se acercaban, no habían perdido el romanticismo y regalaban a sus parejas alguna que otra flor...y si su pareja estaba enterrada no importaba, llenaban la tumba de flores vivas y coloridas para darle un toque de vida a ese lugar, en memoria, porque jamás la olvidaría.

Vanesa sonreía siempre que les daba las flores. Pero a la hora de cerrar se daba cuenta que nadie le habia regalado a ella una flor.
Le parecía ironico que vendiese aquello que jamás habia recibido.
Pero eso no minaba las ganas de seguir haciendo feliz al cliente que viniera en busca de una pequeña sonrisa para su persona especial.

2 comentarios:

La Ardilla con el Corazón de Cristal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
La Ardilla con el Corazón de Cristal dijo...

jo que bonito T.T

lobiu sou maaachh yo te doi una flooor ^.^

wili wonka wili wonka... xDD