Vanesa era una chica normal dentro de una ciudad normal.
Cada mañana abría su pequeña tienda colocada en un callejón que daba a la Gran Vía.  Como estaba medio escondida siempre colocaba varios jarrones llamativos  haciendo un pequeño caminito hacia su tienda.
Tenía clientes habituales y algunos nuevos que solo acudían muy de vez en cuando.
Vanesa  era feliz. Vendía flores. Y no podía evitar sonreir cuando alguien le  pedía una ramo. No importaba si fuera grande o pequeño. El gesto le  parecía hermoso, por eso compró la pequeña tiendita, para hacer una  floristería con la que hacer feliz a la gente.
Solía acudir una niña  pequeña. Compraba flores para su madre. Como no tenía mucho dinero  siempre cogía una única flor. Pero su madre se alegraba de igual manera y  poco a poco iba venciendo la enfermedad que la había dejado en cama.
También acudía un joven enamoradizo. Cada dos semanas se llevaba un ramo de diversas flores.
Varios  ancianos se acercaban, no habían perdido el romanticismo y regalaban a  sus parejas alguna que otra flor...y si su pareja estaba enterrada no  importaba, llenaban la tumba de flores vivas y coloridas para darle un  toque de vida a ese lugar, en memoria, porque jamás la olvidaría.
Vanesa  sonreía siempre que les daba las flores. Pero a la hora de cerrar se  daba cuenta que nadie le habia regalado a ella una flor.
Le parecía ironico que vendiese aquello que jamás habia recibido.
Pero  eso no minaba las ganas de seguir haciendo feliz al cliente que viniera  en busca de una pequeña sonrisa para su persona especial.
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2 comentarios:
jo que bonito T.T
lobiu sou maaachh yo te doi una flooor ^.^
wili wonka wili wonka... xDD
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