A lo lejos puedo ver al fin mi ansiado regalo, mi tesoro particular. La estatua de Anubis se alza entre montones de ruinas. Siempre me han gustado los escombros de civilizaciones, pero la egipcia me atrae en especial. Quizas por su misterio, quizas por sus dioses.
Es por ello que al final decidí hacer ese viaje en solitario. Me quedo frente al dios anonadada, con la boca abierta y mirandole fijamente, es como si me hablara. Alzo una mano en silencio acariciando la piedra hasta llegar a su hocico. Es entonces cuando me arrodillo respetuosamente ante él y cierro los ojos. Dejo que me jusgue, que arranque por unos instantes mi corazon y lo pese en su balanza. Quiero saber si ire al cielo o al infierno. Quiero saber si mi corazon será devorado por Ammit.
Espero, noto la mano de Anubis sobre mi pecho pero no me arranca el corazón, no se lo lleva. Simplemente me deja entender que lo estoy haciendo bien. Me intenta calmar, apaciguar ese lado oscuro que tengo y me atormenta. Me atrevop a alzar la mirada y allí esta el dios, mirandome con lo que parece ser una sonrisa amable. Me obliga a ponerme en pie y mueve la cabeza hacia abajo, casi haciendo el una reverencia. Me gira y veo mis huellas en la arena.
He recorrido mucho camino, pero aún no es mi día del juicio. Tengo muchas dunas por recorrer.

2 comentarios:
Es muy dificil que un relato tan corto quede tan bien, enhorabuena
(inciso, lo de "corto" no era en tono despectivo xD)
muy muy chulo, me ha gustado, lo del camino por recorrer, pero no creo que juzgue o malo, sino el equilibrio entre el bien y el mal, no?
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