lunes, 6 de octubre de 2008

Resto de "para un concurso"

...no esta termina, es muy triste y tal vez algo largo para los pocos, escasos y demas leyentes de este blog fantasma...asique...si quereis adelante, sino...ya estoy acostumbrada a las no-firmas



Se miró en el espejo que tenía frente a ella, en el tocador, viendo en el reflejo cómo la bailarina de su caja de música se movía impasible a los años que ya tenía, con esos movimientos gráciles de las que un viejo artesano la dotó. La melodía seguía cada paso de la pequeña protagonista, alzándola entre sueños de porcelana. En ese pequeño mundo todo parecía ser calma; sin discusiones, sin pensamientos… ligados música y bailarina a una eterna danza de suaves y bellos pasos. ¿El tiempo? El tiempo no existía en ese pequeño mundo, país, ciudad, barrio o pueblo. Solo existía el presente. Y según los ojos de la danzarina, solo existía un sueño que cumplía cada vez que la caja era abierta.

-Parece una vida fácil…-susurró el reflejo de la chica sin dejar de observar la danza.

-Parece…-contestó sin ánimo ella mirando, sin luz en sus ojos, el mismo movimiento que su reflejo.

-¿Parece?...-volvió a hablar el reflejo. Pero ella, sin hacerle caso se levantó de la silla de madera alejándose lentamente hacia la puerta mientras la música de la cajita seguía sonando.

No había nadie en la casa. Atravesó el pasillo oyendo únicamente el sonido de sus pasos acercándose al baño. Allí se volvió a mirar al espejo. Su reflejo le esperaba con una suave sonrisa que no acontecía nada agradable. La escudriñó unos segundos con una misteriosa mirada observando casi con deleite como la muchacha abría un cajón.

La música de la cajita sonaba lejana. Pero ya no parecía transportar más que pesadillas.

Despacio hundió la mano entre los peines, barras de labios a medio gastar y lápices de ojos y sacó una cuchilla de afeitar. De nuevo empezaba su infierno personal. Balbucear, pensar, mirar de nuevo al espejo y negar. Un nuevo jadeo dejar escapar. Sus ojos perdían luz cada vez que se miraban en el reflejo. Despacio bajaron hasta fijarse en la cuchilla que aun tenía firmemente agarrada señalando hacia la muñeca que dócilmente se había dado la vuelta y esperaba a ser rasgada. Sus oídos comenzaron a pitar, de nuevo no oía nada, no sabía lo que ocurría a su alrededor y el dolor uniéndose al frío y al vacío que guardaba en su interior sonrieron viéndola una vez más como una presa fácil. Al momento se abalanzaron sobre ella en el momento de más debilidad.

El tiempo parecía haberse detenido un instante para correr veloz al siguiente. No apartó la mirada de la nada hasta que notó algo caliente resbalando por su mano. Desvió la mirada fijándose cómo al final lo había hecho. No estaba orgullosa de ello, más bien se daba asco y ese sentimiento era el que le hacía volver a desear repetir lo mismo, notar otra vez un agudo dolor mientras su mente se abstraía en ese preciso momento en el cual el hierro cortaba su blanquecina piel.

Con miedo, por el odio hacia sí misma, tiró la cuchilla al lavabo temblando levemente. Al parecer ya había vuelto a la realidad. Abrió el grifo y mantuvo la muñeca bajo el frío chorro de agua. Se prometió a sí misma en un susurro no hacerlo más mientras en su interior sabía que en la próxima caída volvería a ello. A la vez el odio personificado dentro de su mente le dio unas palmaditas en el hombro, casi amistoso, sonriendo ampliamente. Orgulloso de haber vuelto a ganar, satisfecho por verla aterrorizada y hundida.

Cerró el grifo una vez hubo arrancado bastante papel para tapar las heridas, volviéndose rojo con el contacto. La muchacha se dejó caer en silencio notando el frio de las baldosas en su espalda. Se quedó largo tiempo con la mirada perdida, esperando a sentir algo que no fuera su dolor interno. Casi sonrió cuando se hizo la eterna pregunta: “¿Para qué te cortas?”, hallando como siempre la misma respuesta: “Me hago daño para no sentir dolor.” Era una respuesta que solo quien hubiera pasado por lo mismo entendería. Pero ella no quería eso, quería que todo el mundo supiera del por qué. Que todos quienes la miraban como una adolescente inconsciente supieran de su dolor; sintieran esa agonía que ella sentía antes de llegar a esos extremos. El dolor…el dolor de una simple mirada de indiferencia, una mirada de asco, de odio. Daba igual si conocía o no a quienes la miraban de aquella manera, la cuestión era: “¿Por qué me miran de esta manera? ¿Qué les he hecho yo?”

Soledad, eso era lo único que era capaz de sentir cada vez que salía a la calle. Por eso, evitaba salir, encerrándose en su cuarto, en su habitación privada, su santuario. No tenía fuerzas para enfrentarse constantemente a esas miradas de la gente de su barrio. Una simple mirada… ¿realmente era una simple mirada? No. Todo iba más allá de lo que se podía percibir. Ella notaba el odio que desprendían los demás hacia su persona, hacia su ser, y no comprendía por qué. Y esa misma confusión era la que creaba un vació en su interior que la oprimía. “No es una metáfora” se decía cada vez que tenía una charla con su mente sobre ese vacío, como intentando explicar lo que sentía a su mente, la cual sabía perfectamente a lo que se refería pero hacía de persona ajena en sus monólogos. Entonces, ella intentaba explicarlo, hablando al silencio de su habitación. “Vacío… es ese sentimiento que se ha creado en mi interior. Parece un monstruo que me arrebata el calor. Algo que en mi pecho ha dejado un agujero y éste se agranda a pasos agigantados. Solo se siente frio. No hay nada más… Ese frío húmedo, que hiela más que el hielo, que quema más que el fuego. Me arde el estomago y la garganta pues llega hasta esos puntos cuando se va alimentando de las pocas esperanzas que tengo. Me hace temblar…y al final queda ese dolor pegajoso que no se puede quitar. Ese dolor que arde, que quema y que hiela… Ese dolor que intento apagar sintiendo el dolor físico.” Y de nuevo se le dibujó una amarga sonrisa al recordar la frase que había hecho suya: “Me infrinjo daño para no sentir dolor” o como le gustaba decir a ella “Me hago daño para no sentir dolor”.

1 comentario:

JJ dijo...

la verdad es que me ha gustado bastante, sigue escribiendo y perfeccionando tu tecnica, aunque yo de ti cambiaria, lo de ponerse pael, en la herida, nunca es buena idea, y si y alo habia hecho mas veces sabria que hay que poner tela, y dejar que se empañe, porque el papel, luego deja restos.