lunes, 14 de enero de 2008

la ultima fiesta (pido piedad, a pesar de lograr con este cuento el primer premio, es muy cutre y lo hice hace 2 años...PIEDAD!!)

Aquella noche Jirema se despertó empapada en sudor. Durante unos segundos solo pudo oír los acelerados latidos de su corazón. “Todavía faltan dos días”-pensó dirigiéndose a la ventana. El refrescante viento de las montañas acariciaba su cara. Jirema miró a las lunas; una era grande y de color azul clarito, la otra era pequeña y naranja. Cuando se sentía mal pasaba las horas sentada en el alfeizar de la ventana mirando las lunas. Le encantaba el silencio de la noche, le relajaba.
De repente vio dos antorchas. Se dirigían al bosque. Se levantó de la ventana y se puso una capa blanca. Bajó corriendo las escaleras y se dirigió al bosque en el silencio de la noche. Se adentró en el bosque y se escondió en la oscuridad que había entre los árboles. Lentamente siguió a las antorchas. Estas se pararon. La chiquilla se escondió tras el tronco de un árbol. Se agachó y lanzó una rápida mirada a las antorchas. Estas las llevaban dos guerreros.
-Es la hora.-oyó Jirema detrás del árbol. La voz era fuerte.
-Si.-respondió otra voz. Era más suave que la primera.
-Se está retrasando.-dijo impaciente la fuerte voz.
-¿Y si nos sentamos? De todos modos le tememos que esperar.-propuso la voz suave.
Jirema oyó que se acercaban unos pasos. Cogió su capa y se tapó entera con ella. De repente la capa cambió al color del tronco. Los pasos cesaron al otro lado del tronco. La chica oyó como algo de gran peso caía al suelo.
-Ten cuidado con esa estúpida piedra.-se oyó de lejos la voz fuerte.
-Vale, vale…-dijo la voz del otro lado del árbol.
Jirema se levantó sin hacer ruido. Poco a poco se puso entre los dos guerreros. La capa cambió al color de la hierba. El guerrero de la voz fuerte tenía el pelo algo largo y negro y tenía barba. Llevaba un traje de lana y botas de piel. El otro estaba vestido de igual manera. Era pelirrojo y lo llevaba peinado en pequeñas trenzas.
Un árbol pequeño cercano a Jirema empezó a desprender humo azul.
-Ya viene.-dijo el guerrero de pelo negro. Los dos se levantaron con rapidez.
El humo azul empezó a formar un cuerpo humano.
-Buenas noches.-dijo el hombre que había sido formado por el humo. Ocultaba su cuerpo con una túnica morada, desde la cabeza hasta los pies.
-Buenas noches, señor.-dijeron los guerreros de rodillas.
-¿Habéis traído…-el hombre se calló pensando.-…la cosa que os pedí?
-Si, lo tiene Tejoe.-dijo el guerrero de pelo oscuro.
Tejoe se acercó y le dio una piedra negra y redonda.
-Muy bien…-dijo el hombre sonriendo guardando la piedra.-Gracias por vuestro regalo. Adiós, tengo prisa.
-Espera.-dijo el guerrero moreno.
-¿Qué quieres Beldros?-dijo el hombre con un deje de impaciencia en su voz.
-¿Qué hay de nuestra recompensa?
-¿Habéis traicionado a vuestro pueblo y aún así queréis una recompensa?-el hombre negó con la cabeza.-Eso no está bien.-tiró dos bolas pequeñas y blancas. Cada una golpeó a un guerrero y cayeron al suelo.
El hombre empezó a irse.
-¡Oye tú!-gritó Tejoe empezando a caminar. Entonces de la pequeña bola blanca salió una rama atrapando el pie de Tejoe.- ¿Qué es esto?-gritó.
Beldros quería ayudar a Tejoe pero a él también le había atrapado las piernas otra rama. Poco a poco las ramas fueron inmovilizando los cuerpos de los guerreros hasta matarlos.
El hombre dijo unas palabras raras a la tierra. Un agujero se formó en el suelo. Jirema siguió al hombre. Éste saltó dentro del agujero. Jirema fue tras él. De repente se encontraban en un palacio. El palacio estaba hecho de mármol negro. Era muy frío. El hombre se metió en una habitación de la derecha. Jirema se colocó bien la capa y esperó a que cambiara al color del mármol. Después se dirigió a la habitación donde se había metido el hombre.
Encima de una garra de piedra se encontraba la extraña piedra negra y circular. Delante estaba el hombre, mirando a la piedra pensativo. Metió la mano dentro de su túnica y sacó unas cuantas piedras preciosas. Las colocó rodeando a la piedra.
-Ahora tendrías que adelantarte…-susurró el hombre.
Pasaron unos minutos sin ocurrir nada. Jirema se estaba empezando a aburrir, cuando de repente…La piedra empezó a abrirse. Dentro de la piedra se estaba moviendo algo pequeño y blanco. Jirema no veía bien al ser. Una garra, una cola larga… Lo que quedaba de la piedra fue destruido por una pequeña explosión. Después de que el humo de la explosión desapareciese pudo ver al ser. Era un pequeño dragón. Tenía la blancura de una perla virgen. La membrana de las alas era casi transparente. Y tenía los ojos muy oscuros, parecían sombras.
“Todavía faltan dos días para que la fiesta del dragón y para que éste nazca. Si se adelantase…”-pensó Jirema. Estaba preocupada.
-Quítate esa capa.-dijo el hombre. Jirema le miró asombrada bajo ella. Lentamente se quitó la capa hasta que calló al suelo.
-¿Cómo me has visto?
-No te he visto, te he sentido.
-¿Es el último dragón?-dijo señalando al pequeño ser.
-Si.
-¿Por qué quieres adueñarte de él?
-Porque es el último.
-¿Cómo?
-¿No sabes cuanto poder tiene? Por ser el último tiene el poder de todos los dragones. Solo lo tiene él.
-¿Y? ¿Qué quieres decir con eso?
-La penosa fiesta que hacéis sirve para amaestrar al dragón. Pero si está aquí hará lo que yo le diga. Y lo que yo quiero es…-susurró.-…venganza. Me vengaré de todos los pueblos.
-¿Por qué?-preguntó ella con miedo.
-¿Por qué? Por despreciarme. Cuando era pequeño fui de pueblo en pueblo en busca de alguien que quisiera adoptarme. Pero ellos solo veían a un estúpido crío. Un día me encontré con un brujo y me enseño lo que era la magia. Y ahora que tengo los más grandes poderes de la magia ha llegado la hora de mi venganza. ¡Y empezará contigo! ¡Dragón mata a esta niñata!-gritó señalando a Jirema.
El dragón desplegó sus alas y empezó a volar. Se movía muy rápido. Jirema estaba paralizada por el miedo. El dragón llegó hasta la muchacha y la miró a los ojos. El ser sacó su lengua bífida intentando comunicarse.
-¿Sherklet?-preguntó la chica.
El dragón miró al brujo y le lanzó una bola de fuego con gran rapidez. El fuego consumió enseguida el cuerpo del brujo.
Cuando desapareció el fuego Jirema echó un vistazo a todas las pociones que había. Cogió una botella pequeña y azul. Tenía una etiqueta en la que rezaba: “viaje rápido”.
-Aquí estas.-dijo abriendo la botella.
Pensó en su pueblo. Abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba en su dormitorio. El dragón empezó a dar vueltas por la habitación. Era de día.
-¡Jirema!- un anciano estaba sentado en su cama. Era el sabio del pueblo.-Ya era hora…-empezó a decir pero al ver el dragón olvidó lo que iba a decir.- ¿Es ese el último dragón?
-Si.
-Lo has hecho muy bien.
-¿Qué?
-Que lo has hecho muy bien. Has vuelto el dragón al pueblo. ¿Se llama Sherklet, verdad?
-Si… él me lo dijo, creo.
-Como es a ti a quien ha hecho caso tú serás su dueña.
¿Yo…?-el dragón aterrizó en el regazo de la chica y se durmió.
-Si, te ha escogido a ti. No cabe duda.

1 comentario:

Delerium dijo...

el cuento era en euskera...por lo que al pasarlo al castellano sin añadir nada más, queda algo pobre...
siento decepcionarte...u.u a ti directamente porque eres el unico lector

:(

en fin...que aprovexe, espero no causarte una indigestion

^^U