sábado, 12 de enero de 2008

La Hechicera De La Rosa Amarilla

Sus aunque pequeños, bien hermosos senos, refulgían con la luz de la luna llena. Su cuerpo se movía entre los arboles de poca altura, jugando sus ramas a acariciar esa sedosa piel bronceada. Sus pasos agiles iniciaban el movimiento circular de sus caderas mientras su melena hacía vertiginosos ascensos y descensos de una manera tan sensual que era imposible igualar o comparar.
“La hechicera de la rosa amarilla”, así era el nombre que se le daba a esa hermosa mujer. Con sus bailes encandilaba a todo guardián de la ciudadela. Entre su melena caoba se podía entrever rosas que dejaban suaves destellos amarillos. Tenía la habilidad de hacer resplandecer cualquier ser vivo con una simple mirada de sus ojos miel y su sonrisa cautivaba hasta al noble más indiferente al placer sexual
De día solía camuflarse entre los aldeanos, vestida de campesina, con una capa oscura tapando la mayor parte de su cuerpo y un velo semitransparente ocultando su rostro. Su voz, tan dulce y llena de ternura, solía entonar bellas melodías en una taberna.
Casi todas las tardes se subía al escenario de madera y tras sonreír con inocencia a su público, cerraba los ojos dejándose guiar por el sentimiento que en ese momento le embriagaba, determinando el tono de la nueva melodía.
Tal era su belleza…tal era su singularidad….tal era su voz…demasiada armonía dentro y fuera de su cuerpo…demasiada belleza para el ser humano…

Las mujeres pronto comenzaron a sospechar…
-Es una mujer de mala fe.- decían algunas.
-Es una bruja, sin duda, ha logrado hechizar a nuestros maridos con su demoniaca voz…-murmuraba otra.
-Hay que avisar a nuestra excelencia…-susurraba una última.
Todas las mujeres se pusieron en camino ascendiendo la larga cuesta que llevaba a los aposentos del hombre.
Apenas bastaron unos minutos para que toda una muchedumbre descendiera la pequeña colina en busca de según varias opiniones, “la ramera”.

Por eso dedicó su última danza a la luna, dejando su cuerpo al desnudo para el deleite de cómo a ella le gustaba decir “mi madre tierra”. Porque solo ella fue capaz de entender y valorar la naturaleza y todo lo que esta abarca…esencia y propiedad característica de Cada Ser…conjunto, orden y disposición de lo que compone el universo…
Se vendó por último los ojos…el fuego había empezado a lamer con ansia las cortezas de los arboles…Esa noche el bosque, moría, brillando más que nunca…

La ternura y la inocencia quedarían atras en el tiepo...

1 comentario:

Tréveron dijo...

Jo, que sugerente...

Describes genial, lo sabias?